Se mira las manos, temblorosas, explorando cada una de sus líneas y pequeñas arrugas como si fuera la primera vez que las tuviera ante sí. Sigue el trazo de sus metacarpos, más allá del dorso y de las muñecas, persiguiendo con la vista las venas azules que palpitan suaves hasta el pliegue de su codo.
Cariño, ¿le harás un favor a mami? ¿Uno bien grande?
Comprime los dedos contra la palma de su mano, forzando los nudillos hasta que estos se vuelven blancos, y cierra los párpados por un instante, permitiéndose inhalar con fuerza mientras las pulsaciones de su muñeca se intensifican.
¿Irías al armario y te quedarías ahí bien calladita, en silencio? ¿Como un ratoncito, sin hacer ruido? ¿Lo harías por mami?
Cuando vuelve a abrirlos, siente la vista desenfocada y los dientes retraídos contra los labios. Las venas le duelen bajo la piel y su cabeza parece a punto de implosionar en pedazos, pero mantiene la mirada firme contra sus piernas desnudas, la noche cerrada, el colchón quejumbroso, el lacerante dolor que reprime por no estallar.
Sabía que lo harías, princesa. Y ahora, una cosa. Prométeme que cuando estés en el armario, no harás ningún ruido, no llorarás ni gritarás, ni siquiera susurres. Y pase lo que pase, no salgas de ahí. Te quiero.
Y con la avalancha de recuerdos tras las pupilas, siente cómo las costillas le estallan en un pecho demasiado habituado a las explosiones, cómo le revientan las venas y se desangra lentamente sin dejar nada a la vista, cómo pierde la cordura mientras el corazón le late después de diez años con la locura y los recuerdos disfrazados en la espalda.
Pero no llora, ni siquiera un gemido. Porque Roxanne es de esas chicas que cumplen sus promesas, y si ese día, después de los gritos desesperados de su madre, los golpes indelebles de su padre y el sordo disparo que acabó con todo, no lloró, no lloraría ahora.
Porque Roxanne no miente, y si prometió callar, lo haría hasta que no quedara sangre en sus venas.
Así, como un ratoncito.
Yo también te quiero, mamá.
Más de 10 días sin publicar! ¿Me creerías si os digo que he tenido el bloqueo del escritor?
Delante de la pantalla minutos y minutos, sin saber qué escribir.
Sé que no es lo mejor hasta ahora, pero me alegro de haber rescatado esto de mi mente (bien largo para compensar los días sin publicar), de haberos traído a Roxanne y el porqué de ser como es, de todo lo que hace
(el porqué de que no llora, el porqué de ser tan fuerte)
Vaya, me has dejado helada.
ResponderEliminarRoxane, pobre Roxane. Pobre de su madre, ese desgraciado de su padre debería morir, como un ratoncito, uno malo.
Los bloqueos les pasan a todos, solo trata de relajarte y aunque no lo creas, este texto te quedo de maravilla, mas maravilloso imposible.
Besos distópicos :)
Incréible, INCREÍBLE. Vaya relato. Escribes muy bien.
ResponderEliminarNo me late el corazón en este momento.
ResponderEliminarHa sido genial.
Pobre Roxanne, aunque es muy fuerte, es una chica muy fuerte.
ResponderEliminarMe encantaría haber podido acunar a Roxanne durante mucho, mucho rato. Hasta que soltara todas sus lágrimas y volviera a hablar.
ResponderEliminarUna bolsita llena de sugus de limón.
Me han dado ganas de abrazar a Roxanne. Escribes de maravilla, gracias por compartirlo :)
ResponderEliminarUn abrazo!
A mi me pasó lo mismo, pero esta vez fueron 3:P
ResponderEliminarDe todos modos, me ha encantado *_*
Si vuelves con esta inercia, vale la pena esperar :)
Me gustaría decirle a Roxanne que es mejor tener los ojos llenos de lágrimas a tener vacío el corazón. A lo mejor le digo a Jack que vaya a hacerle una visita, que a él se le da genial curar a las personas.
ResponderEliminar(Dice mi gato que él, en los momentos de mente en blanco, se va a cazar gamusinos hasta que las ideas se le empiezan a acumular en la punta de los bigotes.)
Pues no te bloquees ahora, que te he encontrado :))
ResponderEliminarBesazos enormes
qué duro,
ResponderEliminarpobre Roxanne...
Me duele por Roxanne, y por su madre. Me duele por todos los ratoncitos que no escondemos y vemos morir a quienes amamos.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe he quedado con la boca abierta, con la piel de gallina y unas ganas incontrolables de apretar a Roxanne entre mis brazos hasta que se acabe el mundo o ella pueda olvidar esos recuerdos. Lo que pase primero.
ResponderEliminarDulces besos de chocolate ♥
Que duro para la nena o-o
ResponderEliminarbesos!
La madre de Roxanne le salvó, ella cumplió su promesa. Se debían querer a montones.
ResponderEliminarAh, el escozor en los ojos y el ardor de las mejillas al contacto con las lágrimas... Roxanne no lloró, pero yo sí. Es realmente increíble!
ResponderEliminarMe encanta tu blog te sigo también
ResponderEliminarun beso
Ai, dios, con la piel de gallina me has quedado, me encanta como escribes, te sigo :)
ResponderEliminarWOW!
ResponderEliminarEs increíble, y es cierto pone la piel de gallina. Siempre me han gustado los relatos de maltratos, aunque son muy brutos nosé, te hacen pensar, no crees?
Un beso!
Ya sigo a tu rincón porque la verdad es que me ha enamorado con esta entrada!
Espero que puedas echarle un ojo a mi blog, y m digas que te parece :D
Me has encojido el corazón con este relato..
ResponderEliminarEs genial, de verdad.
Un beso enorme, te sigo! y si todas tus entradas son así, me verás por aquí muy a menudo! :)
Este relato te deja "sin sangre en las venas"
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