El café de las siete le supo más amargo que de costumbre. El despertador tronó con más fuerza de lo normal, y la americana le pesaba como hierro sobre los robustos hombros.
Quizás fue entonces cuando lo supo. Quizás no.
A lo mejor sólo se dio cuenta de que se había visto absorbido en un torrente de monotonía cuando el reloj de su muñeca pitó y descubrió que cada segundo de su vida había estado planeado.
Aquella mañana, Clark no cogió el metro de la línea 86B, directo a su oficina.
El único rastro de él en aquel metro fue el cansino teléfono vibrando en un contenedor de la basura, la pantalla iluminada por el nombre de su mujer (ya era hora de irse buscando un amante)
El único rastro de él en aquel metro fue el cansino teléfono vibrando en un contenedor de la basura, la pantalla iluminada por el nombre de su mujer (ya era hora de irse buscando un amante)
Hay que estar atentos a las diferencias no vaya ser que nos atrape en pijama el destino.
ResponderEliminarMe encanta este lugar, me quedaré por aquí y estarás en mi lista de personitas brillantes a las que visito diariamente :)
ResponderEliminarVaya! tu también conoces a un tal Clark, en mi casita, Clark es amigo de Minnie :)
Eso es un hombre valiente, sí señor. Bueno... valiente... o harto de todo. Según se mire.
ResponderEliminarLa monotonia, divina amiga de caminos ;))
ResponderEliminarRedescubrise cada día es una aventura.
Besazos enormes
preciosa entrada si señor!perdón, señora =) Voy a seguir cotilleando, pero antes de despedirme quería invitarte a mi baúl, por si quieres compartir algún sueño con todos los amigos de Coquette. Te espero!
ResponderEliminarHasta pronto =)
"ya es hora de irse buscando un amante" sin duda, un gran final
ResponderEliminar