El café de las siete le supo más amargo que de costumbre. El despertador tronó con más fuerza de lo normal, y la americana le pesaba como hierro sobre los robustos hombros.

Quizás fue entonces cuando lo supo. Quizás no.

A lo mejor sólo se dio cuenta de que se había visto absorbido en un torrente de monotonía cuando el reloj de su muñeca pitó y descubrió que cada segundo de su vida había estado planeado.

Aquella mañana, Clark no cogió el metro de la línea 86B, directo a su oficina. 
El único rastro de él en aquel metro fue el cansino teléfono vibrando en un contenedor de la basura, la pantalla iluminada por el nombre de su mujer (ya era hora de irse buscando un amante)

6 comentarios:

  1. Hay que estar atentos a las diferencias no vaya ser que nos atrape en pijama el destino.

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  2. Me encanta este lugar, me quedaré por aquí y estarás en mi lista de personitas brillantes a las que visito diariamente :)

    Vaya! tu también conoces a un tal Clark, en mi casita, Clark es amigo de Minnie :)

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  3. Anónimo6/6/11 19:50

    Eso es un hombre valiente, sí señor. Bueno... valiente... o harto de todo. Según se mire.

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  4. La monotonia, divina amiga de caminos ;))

    Redescubrise cada día es una aventura.

    Besazos enormes

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  5. preciosa entrada si señor!perdón, señora =) Voy a seguir cotilleando, pero antes de despedirme quería invitarte a mi baúl, por si quieres compartir algún sueño con todos los amigos de Coquette. Te espero!
    Hasta pronto =)

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  6. "ya es hora de irse buscando un amante" sin duda, un gran final

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Las tormentas en verano son la única anomalía no-cardiovascular que siempre he querido investigar: Como si el invierno y el verano dejasen de ser rivales por un momento, para amarse con una pasión grande como lo es el mundo, constelaciones y todo.

(si tienes algo que decir, hazlo ya; Que el café se enfría y C. nunca fue paciente)